viernes, 29 de febrero de 2008

Non, je ne regrette rien


Los viernes son, para mí, como los domingos para los suicidas. No sé si ellos harán (en el que piensan que será su último día) lo mismo que estoy haciendo yo. La sensación, sospecho, es la misma. Es el tercer viernes que me encuentro buscando mails, revolviendo carpetas virtuales con nombres de personas con las que ya no me vinculo, gente que, quizás, ya me olvidó. Veo y saludo rostros que ya olvidé. Hoy, por ejemplo, encontré esta foto. Mejor dicho, la foto de un regalo: un tiramisú (mi postre favorito) con un sténcil de cacao con la cara de Amelie (NDR: en otra vida, antes de ser Perla, fui Amelie) Cuando me lo dio, me pareció original y dulce. Tierno. Me gustaba, él. También, el Tiramisú. Todavía no me había demostrado que era un idiota. O yo no me había dado cuenta. Recién, borré su carpeta y vacié la papelera de reciclaje. Y ya ni siquiera es mi postre favorito.

jueves, 28 de febrero de 2008

Tic Tac

Domingo: preocupación
Lunes: preocupación + asombro
Martes: preocupación + asombro + desconcierto
Miércoles: preocupación + asombro + desconcierto + tristeza
Jueves: preocupación + asombro + desconcierto + tristeza + enojo

Dolor de estómago every fuckin' day. God damn it.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Devolvé la bolsa

Casado uno: el viernes es tuyo
P: ya me lo reservé. Nos vemos ahí.
Casado uno: no sé si me retiro para siempre, si bajo la persiana, pero esto de salir todos los viernes, no da para mas!!!!!!!!!!!!!
P: y, digamos que no. Además, se te acaban las despedidas de soltero y todos esos cuentos. Casado uno: va a haber que pensar otras excusas. No puedo llegar todos los viernes ebrio y con olores extraños.
P: ayer hablaba de este tema con el otro casado en cuestión. Dice que la mujer lo huele cuando llega a la casa. De pies a cabeza. Dice que es un sabueso. Tiene motivos: lo encontró sacando la basura, recién llegado de una fiesta, a las seis de la mañana. Le pidió que la abriera. Se negó. Forcejearon. No pudo zafar. Cuando lo hizo, ella sacó un boxer (suyo, de su marido, claro) ensangrentado. Lo echó de la casa en ese mismo momento.
Casado uno: a mí no me pasan esas cosas. Soy un profesional. El, un improvisado.
P: sí, claro. Todos piensan lo mismo hasta que los descubren. A qué venía esto? Ahh. Ya me acuerdo. El tema de los olores. Es curioso. El perfume -que debería ser una fuente de inspiración, de excitación, de preámbulo para respirar otros olores- es el fantasma de los infieles. Nunca le di tanta importancia hasta ahora que, de repente, se transformó en una amenaza.
Casado uno: baby, por favor, el viernes, procurá venir únicamente con el perfume de tu piel.

Mi ratón no sonríe tanto


lunes, 25 de febrero de 2008

Persona no grata


En ese lugar no hay nada que perdure. P lo sabe. La despensa de la esquina que descubrió al llegar, hace algunos meses, hoy amaneció cerrada. No hay ningún cartel en la puerta. Ningún aviso. Cerrados los postigos. La despensa, cerrada. Las calles, a veces tienen nombre, a veces número, a veces nada. La flechas que indican su dirección, ausentes. La guía de teléfono no siempre llega hasta la Z. Depende el día. Por ejemplo: hoy, el último apellido que figura es Varena. Ayer era Menéndez. Y así. En la radio donde hoy se escucha sólo tango, mañana merengue y pasado chamamé. Tampoco existen los pronósticos: a todos los sorprende la lluvia. El calor. La humedad. El malestar. Sucede. Sus habitantes viven del trueque: cambian desconcierto por desconcierto. A medida que P avanza por la ruta y observa por el espejo retrovisor cómo las líneas del centro se van desdibujando, inmediatamente después de que ella las pisa, hasta hacerse invisibles, siente unas ganas irrefrenables de regresar. De volverse, ella también, invisible. De no dejar huellas. Regresar. Pare: desvío. Es cuando recuerda la última charla (aunque por el silencio de G, lo más correcto, tal vez, sería decir el último monólogo) en la que P, habló y dijo algo sobre una carta. Sobre su necesidad de aclarar la situación. Lo que respondió, lo único que dijo G es: cualquier decisión que tomes va a estar bien. Esa respuesta, P lo sabe, no es cualquier decisión que tomes va a estar bien, sino me da lo mismo que te quedes o no, no quiero tener ningún grado de responsabilidad en tu decisión, no hay nada que quiera y no pueda decirte para retenerte, no sé si quiero ser tu compañero frecuente en este viaje. Es, al menos, todo eso. Y hay algo más, piensa: ya no son dos voces internas que alternan tonos, matices y opiniones, no son conjeturas ni construcciones mentales. El horizonte se hace cada vez más visible, más cercano. Es cuando comienza a ver las señales que aparecen, fugaces, a los costados: peligro, máxima 40, no avanzar, cruce de caminos. El pavimento, los espejismos. Una bifurcación. Este u oeste. Derecha o izquierda. Acaricia el freno. Disminuye la velocidad. Se detiene. A cero. Piensa. Cualquier decisión que tomes va a estar bien. Sabe que cada camino tiene diferentes paisajes, obstáculos, peajes. Diferentes costos y riesgos. Uno es más sinuoso que el otro. En algo coinciden: ninguno ofrece seguro al viajero. El ambiente se enrarece. Se empañan los vidrios. P, ensordecida. No sabe cómo llego hasta ahí pero no le interesa demasiado. Quiere salir. Mejor dicho, seguir adelante. Aunque pensándolo bien, tal vez no sea momento de agarrar ruta, en esta época, comentan, el tiempo no es el más feliz, sí, mejor quedate acá, postergalo, P, hacelo más adelante, cuando tengas más certezas ahorradas, cuando sepas qué incluir en cada valija. Cuando hayas conseguido algún mapa. Ahora mejor no. De viajes y rutas nuevas ni hablar. Para qué. Si te apuras, podes caer en uno de ripio. Y de ahí, creeme, es difícil salir. Sí, mejor, mejor. Algunos meses más en la ciudad de la incertidumbre no pueden caerme tan mal. Mira por el espejo retrovisor. Da la vuelta en u. Retoma. Hace algunos kilómetros. Carga nafta. No presta atención a los carteles. Conoce el camino de regreso.

viernes, 22 de febrero de 2008

Presión atmosférica

Gracias. Eso respondí. No me salió decirle yo también. Ni siquiera idem. Gracias. El tono de la primera vez fue el mismo de todas las que le sucedieron. Mi respuesta también. A pesar de eso, él lo decía, lo repetía, sin reparos. Tomaba aire y lo largaba. En una cena con velas. Mientras hacíamos la cola para renovar el pasaporte. Yo me despresurizaba. Te amo. Gracias. Te amo. Gracias. Cuando sentí ganas de decírselo, y no de agradecérselo, ya no estaba conmigo.

Ya se lo extraña


domingo, 17 de febrero de 2008

Sólo con vos, baby

Casado uno: sos muy linda. Miro tus fotos
Perla: una cosa es tener la oportunidad de vernos, y aprovecharla, y otra es programar una trampa y esconderse
Casado uno: sí, tal cual. No da. Es re pirata.
Perla: y si estas re pirata!

Casado uno: jijiji
Perla: aceptalo
Casado uno: lo acepto, pero sólo acepto que es con vos y que nunca lo hice antes con nadie ni creo que lo vuelva a hacer.
Perla:...
Casado uno: no, nunca más. Sólo con vos, baby.

Amargo por favor

" Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados. Casi todo el mundo quiere ser el amante. Y la verdad a secas es que de un modo profundamente secreto, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amado teme y odia al amante, y con toda la razón. Pues el amante está tratando continuamente de desnudar al amado. El amante implora cualquier posible relación con el amado, incluso si esta experiencia sólo puede causarle dolor.

Fragmento: La Balada del Café Triste
Carson Mc Cullers

viernes, 15 de febrero de 2008

Cuestión de peso


Es como querer igualar el hambre. Como pretender llegar juntos al orgasmo. Como intentar duplicar la presión del flujo sanguíneo. Clonar lo invisible. Como si ese factor, el de la similitud, mejorara el resultado y lo hiciera más válido, menos egoísta. Medir el dolor. Cuantificar la soledad. Darle una unidad de medida al amor. Estipular sus indicadores. Afirmar que él como vos. Carece de sentido. El mucho, el poquito, el nada, carecen de sentido. También el grande, el fuerte, el profundo, el muy. Quien pueda demostrar que está un centímetro, un gramo, un pasito, un segundo, o un poco más triste que yo, que venga.

Perla y la uno dicen que están

Hartas de maquillar bolos

jueves, 14 de febrero de 2008

No es cuestión de querer más: es no querer menos.

Gracias, Mariana

Vos sabés por qué hoy.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Verdad con complejos

Nunca te lo dije pero siempre me molestó haber nacido después que vos
Me hubiese gustado estar en tu lugar
Ser la primera
La que inaugure cuna, habitación, casa.
La que estrene la ropa
La del primer boletín, el primer diente caído, la primera fiesta de quince
La que dé el ejemplo
Hubiera querido que vos llegaras última
Y te parezcas a mí
E imites mis gestos
Y repitas mis frases
Y escuches mi música
Y te vistas con lo que yo uso
Y que seas vos la que tenga que pedirme ayuda
Y ser yo quien te dé consejos
Yo quien te cuide
Yo quien te defienda
Siempre quise que vos estés en mi lugar
Pero hoy quiero decirte que daría cualquier cosa por estar en el tuyo
Y ser yo la que ponga el cuerpo
Y que a vos nadie te toque, nadie te lastime
Porque sos mi hermana mayor y hay algo que nunca te dije: te amo

lunes, 11 de febrero de 2008

Quiero blanquear que

Me confundo a Betty Page con Patti Smith y con Jane Pain.
A Selva con Katja Aleman
y a Mirta Busnelli con Ana María Giunta.

sábado, 9 de febrero de 2008

Primer pasajero

Casado uno dice: hola amiga
Perla dice: otra vez hola? y amiga?!
Casado uno: tengo un problema serio, tengo muchas ganas de verte de nuevo.
Perla: yo tambien. Cómo hacemos?
Casado uno: mi mujer ya vino. Ese es el problema. Igual es mi problema.
Perla: Solucionalo, please.

Si Barnes lo dice

No, eso no es nada, que no vengan los hombres de las batan blancas, que se vaya la ambulancia acolchada, nosotros tenemos nuestro botiquín de primeros auxilios. Se llama amor. Viene en toda clase de envases y presentaciones. Es una venda, es un esparadrapo, es gasa, es crema. Mira, incluso viene como spray anestésico. Vamos a ponerle un poco a Ollie. Ves, se ha caído. Spray, spray, ya está mejor. Y sí. Me levanté y estaba alegre de nuevo. El alegre Ollie, le hemos curado, eso es lo que puede hacer el amor.

viernes, 8 de febrero de 2008

Abrazame y muerdeme
llevate contigo mis heridas
avientame y dejame
mientras yo contemplo tu partida
en espera de que vuelvas
y tal vez vuelvas por mi

martes, 5 de febrero de 2008

Intrusos

Ella nos espía. Y sabe que yo sé que nos espía. Nos ve y se ríe. Se ríe de mí. De mi pequeñez. De mi insignificancia. Es suyo. Lo sé. Y ella, que es tan poderosa que no necesita nombre de pila, también lo sabe. Está presente en cada pensamiento. En cada imagen. En cada latido. Es protagonista de cada recuerdo. Vive en sus ojos. Su figura, indeleble. Insuperable. Sé que estoy usufructuando un bien que no me pertenece. Que quizás nunca formará parte de mi patrimonio. Sé que en cualquier momento recibo la intimación. Y que será el fin. Ella se reirá a carcajadas: hasta acá llegó tu ventaja, tu suerte de principiante. Ignota. Usurpadora. Lo sé. Es el fin. Porque soy todo eso y más. Soy un ocupa en su vida. Paseo como un fantasma en patines por una casa que no refleja mis gustos: no hay nada de mí en esas paredes. No hay rastros de mis visitas. Ni de mí. No hay rastros. El se encarga muy bien de deshacerse de cada evidencia: monta escenografías de soledad. Sabe que ella habita con nosotros, que nos espía, y que cualquier descuido podría incriminarlo. Por momentos soy condescendiente. Asumo mi condición de intrusa y limito mis movimientos. Me vuelvo invisible. Me hago la distraída. No revuelvo papeles: me da miedo abrir un cajón y encontrar su letra viva en alguna agenda vieja. O un almanaque con la misma fecha redondeada todos los meses. O un libro con una dedicatoria suya. No. Él no es el cobarde. Soy yo. La cobarde soy yo.

Hobby

Colecciono portarretratos. Vacíos. Nuevos y reciclados. Tengo de todas las formas, colores y texturas existentes: madera, goma, cartón, corcho, vidrio. Ovalados, redondos, cuadrados. Estampados, lisos, coloridos, blanco y negro. Con pie y colgantes. Ninguno tiene foto. Me gusta exhibirlos así, vacantes. Sin protagonistas. Así, sin imagen. Los miro. Los cambio de lugar. Me conmuevo ante la ausencia de contenido. Contemplo el vacío del vacío. Los compadezco. Los bendigo. Les prendo velas. Les rezo. Me deshago de ellos: los rompo.

Causalidad


Parece que la florería amiga sólo vende flores con pétalos pares. Al menos a mí siempre me tocan de esas. Y yo trato de no encapricharme y cambio de flor y pruebo con las rosas, los nardos, las fresias. No hay caso. Cuando llego al último gajito siempre es no me quiere.