Hay dos temas recurrentes en los almuerzos de mi laburo: el casamiento y las curiosidades del pueblo judío. Ahí la mesa se divide en cuatro (solteras, casadas, católicas, judías) y surgen subtemas que resultan más o menos interesantes según quien tome la palabra. Entonces: el vestido con esta diseñadora top, el alquiler del traje del novio allá, este salón está buenísimo porque no está quemado y es barato, el ritual del Mikbe, las sábanas con el famoso agujero, el por qué de los exámenes médicos pre nupciales. Y acá, en la cuestión que aparenta ser la más trivial, es donde quiero detenerme: debería ser obligatorio (para cualquier mujer, de cualquier religión) y no exclusivamente para los que deciden dar el sí, sino también para cualquier hija de vecino que adquiera novio nuevo. Para saber con quien te estás comprometiendo, sí, para prevenir las ETS, sí, pero sobre todo (sobre todo para las perseguidas como yo) para descubrir potenciales infieles. Ojo, amigas, con el Alelo 334. Dos de cada cinco hombres tienen este gen de la infidelidad. Vayan sacando turno. Perla avisó.
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5 comentarios:
Paso de las conversaciones de géneros, Clau. Soy pro-individualismo.
No sé si a un casamiento, pero quiero ir a un festejo tipo Pesaj, Hanuka o Rosh Hashaná. Y no me invitan, Clau.
Si hubiera llegado hace unos años atrás, Siest, le preparaba unos Pesaj tremendos!
Pero pasó el Sarita Style
Y si vuelve, Emma?
Mire, si quiere hacemos un simulacro (salvo que consigamos candidato kosher)
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