domingo, 28 de diciembre de 2008

La vie en rose

Aca vivimos en Mont Martre. Aunque con poca luz, el barrio se asemeja bastante a lo que es el bronx parisino. Con menos optimismo que luz, tambien podria confundirse con los suburbios de San Pablo. No se por que no digo, directamente, San Pablo. Al fin y al cabo, no conozco los suburbios de San Pablo. En fin. Muchos morenos. Mucho mercado en la calle. Dos tiendas de pelucas por cuadra que prometen, desde la vidriera, cambiar el african look que reina por estas calles.
A las cinco y media de la tarde es de noche y hace cero grados.
Comemos algunos crepes, pan y queso, chocolate con setenta por ciento de cacao. Tomamos vino y pastillas para la sistitis, el resfrio, el dolor muscular y algun que otro clonazepam que me sobro del viaje de ida.
Hablamos en frances, castellano, catalan y arabe.
Nos reimos mucho.
Nos damos petonets.
Jugamos a algo antes de dormir.
Nos agarramos
y ya.

martes, 23 de diciembre de 2008

Saludos de Nadal

Queridos lectores, comentadores, espías, amigos y enemigos: felicidades. Espero recibamos un 2009 de puta madre.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ojalá que el deseo se vaya tras de tí

martes, 16 de diciembre de 2008

Au revoir

Perla se va. Viaja. Se toma el palo. Desaparece.
Hasta nuevo aviso.

Downstairs

El lunes bajé por la escalera para ver si te veía
El martes, también
y el jueves, y el viernes
y no te encontré.
En ningún descanso, en ningún escalón.

Cómo me fastidia que ahora vayas por el ascensor.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Problema

El delivery de Niños Envueltos no llega a Belgrano.

Esa fantasía caprichosa de querer ganarle al oficialismo

Hacía mucho tiempo que no lastimaba a alguien. Y mucho más tiempo que no lo hacía así, a propósito. Con tanta impunidad. Yo creía que me iba a ser difícil reincidir, decir lo nuestro es hasta acá, hoy no, no te confundas conmigo, tengo novia y quiero seguir teniéndola, con vos no tengo nada más que piel. Calentura. Estoy caliente con vos y ya, nena. Pero no. Me reconocí en esa voz. En ese cuerpo de locatario. Y ahora te veo ahí, esquivándome, tratando de disimular que te quedaste así, enamorada de mí. Dejada con aviso. Desilusionada. Y yo te veo ahí, así, y me siento tan miserable y tan satisfecho. Orgulloso de mi capacidad de lastimar. Porque yo también sé hacer daño. Y esta vez te tocó a vos. Aunque, admitámoslo, un poco te dejaste. Conocías las reglas y los riesgos. Y la desventaja, la suplencia, lo sé, era lo que te motivaba a seguir adelante. Esa fantasía caprichosa de querer ganarle al oficialismo. No me hiciste caso. Y no digas que no te lo advertí. Te encegueciste. Pero, decime la verdad: ¿no te diste cuenta de que estaba abusando de vos? Vamos. No hice ningún esfuerzo por ocultarlo. Ahora lo sabes: abusé de tu generosidad, de tu paciencia, de tu espera, de tu cuerpo. De vos. Un delicioso abuso. Es que la heroica conmigo no va, viste. ¿No lo ves? Estoy acostumbrado a salvar, no a ser salvado. Ser salvado implica la pérdida de argumentos. Y sin argumentos no soy nada. Perdón, pero ni siquiera me sale pedirte perdón. No quiero ser cínico pero no me avergüenzo de cargar con esta culpa. En definitiva, es una culpa justa. Oportuna. Revitalizante. Toda mía.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Frases escuchadas anoche, entre los bucos y el golf

"Si tengo esa edad y estoy acá, por favor ¡mátenme! (eso es, claramente, un rugido de León)

"Viejo es el viento y todavía sopla. ¿Sabés los remolinos que puedo armar? (un sujeto de tez trigueña, barriga de las no recomendadas por los cardiólogos, apodado por mi amiga MAE como Rulo. Posible conexión con Martinez Espinosa. Atención.)

"Qué lindas bombuchas" (un habitué de La Dorita, intentando halagarme las babuchas)

"Te lo digo con respeto, somos cuatro amigas, estamos comiendo, queremos estar tranquilas ¿si?" (Un ejemplo de Flor sobre cómo eyectar a un pesado que se te acerca a la mesa para llevarse algún bocadito) Alto handicap.

"Vení, Linterna Verde, vení. ¿A que no adivinas mi perfume?"Esa es Perla, en un desesperado intento por poner a prueba la nariz del De Niro de los rugbiers.

"Baila Facu". Esa también soy yo, tratando de animar al primo, dj trancetriste.

"La noche ideal culminaría con un paseo por el golf. Me dan ganas de traer los palos" (un león melancólico, bajo los efectos de la duodécima minibotella de Chandon, mirando hacia el campo del Club del Golf.

viernes, 12 de diciembre de 2008

DELICATESSEN

Cómo me gustan los niños envueltos. Dios.

Para todo lo demás, existe mi papá

Pasajes: USD 1700
Cobertura médica internacional: USD 150
Traslados aeropuerto: USD 150

Seguro de equipaje: USD 30
Alojamiento: USD 500
Regalos de navidad: USD 100
Cena de fin de año en París: USD 200

Entradas museos: USD 300

Dormir con él, veinte días, no tiene precio.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Pick me, choose me, love me

Yo no quiero que elijas mi shampoo

Quiero tener un novio únicamente para poner en mi Facebook "in a relationship with", "engaged to" o "married to". Esto de entrar a mi perfil y ver que dice "single", como si me condenara una Moria yanqui, me da mucha tristeza. O sea: más para decir que lo tengo que para tenerlo.

On the other side

Te vas con el tipo que juega de 10 el resto del tiempo que no estás conmigo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ante todo, prolijidad.

Borrá, limpiá, aclará, backupeá, escondé, disimulá, llamá, suspendé hasta nuevo aviso. Advertí a quien sea necesario. Tomá todos los recaudos para que yo no me de cuenta de nada. No quiero sorpresas.

Viernes

Viene de acá
La invitación, sin bolso a la vista, sonó mucho más espontánea. Comimos bien, curtimos bien, dormimos bien. Milagrosamente dormí bien, a pesar de haberlo hecho en el lado contrario al que solía dormir cuando tenía pareja. Pienso: verme tomar la pastillita rosa en el desayuno debe haber sido, para él, tan incómodo como es, para mí, ver a un pibe abrir (y ponerse) un forro. Son momentos donde es preferible no ser observado. No diría que ése, el desayuno, fue el momento más íntimo. Sí, el más forzado. Es que a mí no me gusta hablar a la mañana y él, en el intento de ser amable, no para de hablar. Habla, saca tema, pregunta, y se me acerca como si los dos ya nos hubiésemos lavado los dientes y estuviésemos listos para dialogar. Estoy segura de que si no me hablara estaría protestando y diciendo que no hace ningún esfuerzo por amenizar la situación. Así soy.

Acabo de salir del baño. Encontré: cera capilar, crema Hinds en envase familiar y un gel exfoliante. Todo, en la bañadera. A juzgar por estas cosas, diría que el pibe es coqueto y que le gusta cuidarse, algo que, dicho sea de paso, me causa más ternura que rechazo. Me imagino que es de los que a los pocos meses te regala un secador y lo guarda en su botiquín para evitarte andar cargándolo ida y vuelta. Pero hay otra cosa que encontré, de casualidad (y no en la bañadera) que hace que modifique sustancialmente esta impresión. Ahora estoy en su computadora, esperando que termine de cambiarse y baje a abrirme porque estoy llegando tarde al laburo. Tengo que irme y devolverle la compu. Él sigue hablando, entusiasmado, sin saber que no lo estoy escuchando. No puedo volver a entrar para reconfirmar lo que vi porque va a sospechar o va a creer que estoy descompuesta. Me voy pensando en lo que encontré, en lo que vi. Porque sé lo que era y puedo imaginarme para qué se usa. Y sé que no es conmigo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Notas (o balance) desde el balcón

I.

Estoy en el balcón. Sola. Tomando Pineral, fumando, escuchando Adriana Varela (Buscá de frente al espejo, en el botiquín del baño, el frasco del desengaño ya no tiene más pastillas, jugatela a hacerla sencillaque este puede ser tu año. Besala como sabés, regalate la poesía de vivir en compañia de la mujer que querés. Convencete que podés, no te vayas a Sevilla que vas a perder la silla y la alegría más bonita de encontrar la bombachita colgando de la canilla), comiendo Twistos de queso y viéndome a mí misma en la pantalla de la compu. No es un wallpaper: es el reflejo. Son las ocho pero parecen las cuatro de la tarde. Estoy acá, escribiendo y puteando en arameo porque mis vecinos (o los invitados de mis vecinos, los no propietarios que hacen uso de las instalaciones de mi propiedad, cosa que me enerva mucho, muchísimo más) se tiran a la pileta como si fuera una pileta olímpica y me salpican a mí, que tengo la desgracia de tener el balcón justito en el piso de abajo. Miro el balcón del séptimo piso del edificio de enfrente. A diferencia del mío, que sólo tiene plantas que no riego desde hace una semana, y una mesita sin florero, están llenos de cosas: triciclos, una casita de madera con juguetes, una pelota, una bicicleta, unas latas de pintura. Es un balcón muy contaminado. Sospecho que el departamento no tiene baulera y no les queda otra que acumular sus bártulos (los de sus hijos, bah) ahí. Así y todo, parece un balcón alegre. O, mejor dicho, el balcón de una familia alegre. Lo digo por lo colorido. Pienso en mi balcón ideal. Me imagino algo muy minimalista. Un cantero de cemento, quizás, con plantas monocromáticas: tulipanes blancos, podría ser. Nada de rejas ni alambrados. Me pregunto qué pensarán ellos, mis vecinos de enfrente, de mi balcón y de mí. Cómo pensarán que soy. Qué impresión daré. ¿Me juzgarán por ver mis plantas marchitas?

II.

Acabo de volver de la pileta. Mejor dicho, de amenazar a las cinco chicas que se estaban tirando bomba. Fueron educadas, pidieron disculpas y prometieron no hacerlo más. Una lástima. En algún punto me molesta que hayan acatado tan rápidamente, sin siquiera defenderse. Estaba para discutir un rato con alguien y ellas, además de mojarme durante una hora y hacerme enojar, anularon mi oportunidad de descargarme. Ahora estoy seca y más caliente que antes. Adriana sigue cantando: ¡Pa’ lo que te va a durar, tanta alegría y placer! Lo que vas a cosechar cuando entrés a recoger, cuando te des cuenta exacta de que te has gastáo la vida, en aprontes y partidas, muchacho, te quiero ver. Necesito un refill de Pineral. Voy por eso pero, antes, hago una parada en el baño y lleno la regadera. Me siento culpable o le tengo mucho miedo al qué dirán.


III.

Sigo fumando. Ya no hay ruidos de pileta. Cambié el Pineral por una Budweiser y Adriana Varela por Edmundo Rivero. Cómo me gusta, cuánto me alegra. Lo escucho e imagino que es mi abuelo y que me dedica Atenti pebeta: cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo, vos hacete la chitrula y no te le deschavés; que no manye que estás lista al primer tiro de lazo, y que por un par de leones bien planchados te perdés. Si ves unos guantes patito, ¡rajales!; a un par de polainas, ¡rajales también! A esos sobretodos con catorce ojales no les des bolilla, por que te perdés; a esos bigotitos de catorce líneas que en vez de bigote son un espinel... ¡atenti, pebeta!, seguí mi consejo: yo soy zorro viejo y te quiero bien.
IV.

Suena el celular. Es mi amiga Anita. Me pregunta qué voy a hacer. Me invita a cenar. Nos contamos qué hicimos durante el día. Nos despedimos. Me dice que me quiere. Anita es la persona que más me dice que me quiere.

V.

Acabo de encontrar un documento que se titula “Balance”. Tiene fecha de diciembre de 2007. Lo abro y me sorprendo: dice lo mismo que escribiría para hacer mi balance de este año. O casi lo mismo. Porque Diciembre es un mes de balances aunque uno no siempre quiera mirar para atrás. Es el cierre de nuestro año fiscal y cada uno sabe qué ganó y qué perdió. Qué cosas quedaron pendientes. La columna del Debe, en rojo. Igual, voy a hacer el ejercicio. Y voy a hacerlo ahora, acá, porque en París me va a costar mucho ser objetiva. Voy por trimestres.

Enero-marzo: buen comienzo. Trabajo y amor en alza. Salud estable. Inseguridades. Muy poco deporte. Llamados sospechosos. Persecusión. Sospechas.
Abril-Junio: Vacaciones en NYC. Gran momento. Mucha salida con amigos. La primera despedida. Viajes en singular. Cumpleaños número 26. Alegría. Tensión. Nada de deporte. Algo de lectura. Rezo por mi hermana. Miedo. Inseguridades.
Julio-Septiembre: sospechas transformadas en certezas. Verdades que duelen. Distanciamiento. Tristeza infinita. Vómitos. Llanto. Desconsuelo. Babasónicos interruptus. Soledad. Deporte cero. Ganas de cambiar de rumbo. Inesperado cambio de planes. Reconciliación. Estabilización. Expectativas. Menos inseguridades.

Octubre-Diciembre: viaje. Despedida. Distancia. Ascenso laboral. Más guita, más ahorro, menor compulsión a la hora de comprar. Tranquilidad. Sensación de haber recuperado el eje. Mi eje. Cultivo de tolerancia. Objetividad. Mucho blog. Mucho domingo en casa. Mucha siesta escandalosa. La necesidad de afianzar o de disolver. Otro viaje: ansiedad. Ganas de conocer, de sorprenderme; de ver, decir y escucharlo todo. Ganas de no escuchar más algunas cosas.
VI.
Por fin cayó el sol. Ya no veo qué pasa arriba ni enfrente. Tampoco mi reflejo. Está todo apagado. Voy al chino. Compro Patitas para dos: mi mejor amigo y yo. Sé cómo va a terminar la noche. Sé que voy a dormir en paz porque hay alguien del otro lado del mundo que hace que yo duerma bien. No estuvo para nada mal este domingo con Adriana y Edmundo. El 2008 fue un buen año. Ya sé lo que voy a pedir a Papá Noel para el 2009. Salud.

Warning II

Vos, seguí así. Minimizando lo que tenemos, reduciéndolo, reduciéndome a mí, relativizándolo todo. Te va a ir bárbaro.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Jueves

Estoy contenta. Me acaba de llamar el pibe para invitarme a comer a su casa. La última vez que lo hizo me quedé de jueves a domingo. No dice “quedate”, pero en el tono de “cenamos en casa tranquilos y después vemos” hay, implícita, una invitación a pernoctar. Una invitación que acepto con una alegría que disimulo para no asustarlo. Es que yo sé cómo son. Martín, el abogado con el que salí antes de conocer a este pibe, me invitaba a la casa y ni bien terminábamos de curtir, con un apuro digno de alguien a quien se le acaba el parquímetro, me invitaba a llamar un radio taxi. Les da fobia eso de amanecer acompañados. Ellos dicen que no es lo mismo curtir que dormir. Y, para justificarse, exponen una batería de fanfarronadas del estilo de: quiero que (post coito) se conviertan en pizza, que (post coito) se esfumen, que (post coito) desaparezcan con una bomba de humo, que (post coito) se eyecten de la cama ¡Como si nosotras quisiéramos quedarnos a dormir siempre! Yo tengo más de una amiga (digo eso, una amiga, cuando en realidad me estoy refiriendo a mí pero me da cosa hacerme cargo) que se dio a la fuga de madrugada, sin alguna prenda, con tal de no escuchar roncar o soplar -en el mejor de los casos- a un NN. Otros le echan la culpa al desayuno: que es muy íntimo desayunar con un desconocido y no da. Es ridículo. Cenar y curtir con alguien no es menos íntimo que dormir. Anyway. Me parece muy violento caer con el bolso así que, esta vez, voy a llevar una cartera grande con lo imprescindible. Yo no sé si este pibe es la excepción pero si no lo es, lo disimula muy bien. Creo que es generoso de su parte invitarme a su casa y compartir todo el fin de semana conmigo. De jueves a domingo. Aunque, bueno, todavía no llegué y ya me estoy quedando hasta el domingo. Me retracto de lo dicho nueve renglones arriba: nosotras siempre queremos quedarnos a dormir. Pero, insisto: me gusta este pibe, me gusta que no me de turnos. Parece la excepción. Estoy contenta, camino a su casa, con lo imprescindible para quedarme ahí por, al menos, tres días.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Lo que mata es la ansiedad

No paro de comer. Tengo comportamientos de una persona con trastornos alimenticios. Me levanto a medianoche a comer lo que encuentre: un bowl de arroz con salsa de soja, alcauciles, muzzarela con pimienta, postrecito de chocolate. No es anorexia porque mi IMC está más que equilibrado. Tampoco es bulimia porque no vomito. Pero es igual de tremendo. Como el doble de lo que como habitualmente y me quedo con hambre. Todo me viene bien: dulce, salado, entrada, plato principal, postre. Gaseosa no light. Llego a la oficina, a las 10, y ya estoy llamando a mi bar amigo para preguntar el menú del día. Salgo, y camino al subte, me clavo un pancho con ketchup, mostaza y muuucchhaas papitas, en un quiosco infecto de Godoy Cruz casi Santa Fe. Qué miedo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Cuando yo me muera no quiero llanto ni pena

Pienso en mi muerte. Seguido. Sospecho que voy a morir joven. Muy joven. Lo pienso muy seguido. Cada vez que cruzo la calle sin mirar, por ejemplo. No aprendo: cruzo sin mirar. Siempre. Y si estoy acompañada siento que siempre me salva mi acompañante. Esperá, Perla, no miras: viene un auto. Y no. No miro. Me gusta ser salvada a diario. Después pienso en que debería cuidarme más, porque morirme así, en la calle, sola. No da. Aunque, pensándolo bien, no es tan mala idea. Por lo único que quisiera quedarme viva es para tener hijos, pero después, si me muero, ellos van a sufrir. Entonces, mejor morirme así, en singular, soltera, anónima, sola. Sin nadie que diga “mamá se murió” o “no tengo mamá”. Nadie que me espere en la reunión de padres. Nadie que tenga que escribir "viudo" cada vez que renueve un documento. Otra opción es el asma. Eso: el asma. Me daría una muerte mucho más inocente, menos negligente. Nadie me echaría la culpa por eso. No diría que salir sin el inhalador es una provocación, pero sí, una costumbre. Es mucho más poético quedarse sin aire que derramar sangre en la calle. No sé. Digo. Me gustaría alegrar el cielo. Ya hice bastante por la tierra, creo. Mi tía Alcira se alegraría mucho de verme. Mi amigo Agustín, también. Apuesto a que me cargaría por haberme visto festejar el campeonato de Racing en la placita de Ramos. Ni hablar de mi abuelo Antonio. Se sorprendería de verme así, tan crecida, tan mujer. Lo suyo fue el azúcar. El día que murió, mi mamá chocó con el auto. Y yo me asusté, tuve miedo: pensé que me moría. No me disgustó tanto.

El amor según Simone

"Es que te amo y te estimo más allá de todo lo que puedas hacer. Si te vuelves un gran sabio, célebre y todo, eso no me extrañará, seguramente eres capaz de eso. Pero confieso que a mis ojos eso no te agregaría nada. ¿No me comprendes?"

La fertilidad al palo