viernes, 30 de mayo de 2008

martes, 27 de mayo de 2008

Son las drogas de la vecina

To: Perla
From: Benjamín
Subject: Tanto tiempo

Perla, cómo estás? Qué bueno ver nuevas fotos tuyas. La cara de felicidad te desborda. Me alegra verte tan bien. Contame un poco más, cómo fueron las cosas?, cómo estás hoy?, qué vas a almorzar en Bocados?, cómo estás vestida...Por mi parte, ayer no me pude dormir hasta las 6:10 am, estoy dibujado, apenitas puedo teclear...
Besos, B.

To: Benjamín
From: Perla

Subject: re tanto tiempo

Gracias, Benjamín. Me gusta que te guste cómo estoy. Te cuento un poco más: al mediodía comí tomate, estoy vestida con una musculosa blanca y una túnica del mismo color. Por qué estás detonado? Saliste anoche? Detalles, por favor.

To: Perla
From: Benjamín
Subject: re re Tanto tiempo

Muy divertido que estés “corporate” hoy. Yo me puse lo primero que encontré, de hecho tengo una remera manchada con café...Lo que me quita el sueño –para decirlo mal y pronto- son las drogas de la vecina...

To: Benjamín
From: Perla
Subject: re re re tanto tiempo

¿Es tu dealer? ¿Qué te está ofreciendo? ¿Te hace bien? ¿O es ella la que se da, hace ruidos extraños y no te deja dormir?

To: Perla
From: Benjamín
Subject: re re re re Tanto tiempo

No mamá. La que grita más que Plácido Domingo es la otra vecina. El pibe la hace ver las estrellas, grita como si estuviera viendo a su propio hijo ser degollado frente a sus propios ojos... Nunca escuché música semejante, debo admitir...Ayer hizo una minireunioncita, me llamó a las 11:15pm y me invitó a pasar.Voy, me sirvo un vaso de whisky, voy a la itunes a elegir un tema, me doy vuelta y veo a tres pibas peinando a punto de papusearse. Escucho: “Querés?”Corte a: me acosté a las 6:10 de la mañana! En fin, sólo eso, charla con mandíbula trabada...

sábado, 24 de mayo de 2008

Apostillas de un cumple animal

Mis dos mejores amigas se llaman Ana. Ana y Ana tienen menos de treinta años, aunque una está más cerca de la treintena que la otra. Ninguna supera el metro sesenta. A una es imposible seguirle el ritmo en la pista y a la otra es imposible seguírselo cuando habla. Las dos están solteras y quieren lo mismo: un chongo que las curta bien curtidas. Se quejan. Hablan de escasez, de imposibilidad para relacionarse, de muchos mensajes de texto y pocos llamados. Anoche comentaban entre ellas:

-Yo en cualquier momento le doy a mi profe de box. El tema es que tiene novia. Pero está buenísimo. Además no para de histeriquearme. ¿Vos qué decís que haga? Le doy igual, ¿no? Total, es él el que tiene que dar explicaciones.
-Y dale nomás. Yo desde que volví de Hungría y me separé que no la veo pasar ni de cerca. Es más: ni siquiera inauguré el departamento. El viernes pasado salí con un ex a tomar algo. Fuimos a Palermo, de ahí a una fiesta y después lo invité a casa. Cuando llegamos ya eran la cinco de la mañana, ya estábamos entonados, ya me lo quería curtir. Beso va beso viene, terminó quedándose dormido y, lo peor, a dormir en casa. A las ocho se levantó y me dijo chau como si no me debiera nada y se fue. Nadie me quiere dar.
-Nooooo, qué bajón! A mí también me pasó algo parecido. Pero yo lo terminé echando de mi casa. Se puso heavy la cosa. Me insistía para hacer algo que yo no quería. Me calenté y le dije que se vaya al carajo. Encima no encontraba las llaves. Por suerte nunca más lo vi.

Ahí es cuando me tocaba hablar a mí, despotricar, contar alguna historia bizarra para no desentonar. Ellas me miraban con cara de “A ver vos, que estás bien atendida, qué tenes para decir, cuál es tu queja”. La verdad es que tengo mucho para decir pero nada compatible con lo que ellas plantean. A mí no me gusta que me curtan. No me va el delivery. El touch & go. Las veces que me hicieron el favor terminé pidiendo disculpas. No soy la madre Teresa pero mentiría si dijera que alguna vez me fui del boliche con uno. Me baja la presión si duermo en colchón de plástico. Ni hablar de amanecer junto a un NN. La última vez que lo hice terminé escapándome (sin medias porque no las encontré) cuando el sujeto se quedó dormido. Le dejé una nota escrita con rouge que mentía: a las nueve pasan a buscarme mis amigas para ir a correr. Hablamos. Por eso me gusta esta abstinencia. Es como cuando tenes un casamiento y no almorzas para después atracarte. Comer sólo lo que te gusta. Comer lo que elegís. Comer cuando tenes ganas. Ahí sí me gusta empacharme. No diría que el objeto deseado se asemeja a un plato de camarones pero por ahí anda. Quiero con él, muchas veces, de muchas maneras. Sólo con él.

Dije: ahora me busco uno, amigas, y mañana les cuento.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Es la tensión

Compro lana. Una madeja. Elijo la que más pelusa desprende. La ovillo y la meto adentro de una bolsita de jean. Me paseo con ella por cada rincón de la casa mientras la lana se va a arrastrando por el piso como las latas que cuelgan de los autos de los recién casados. No soy buena tejiendo. Lo asumo. Pero igual hago el intento. Cambio de agujas, de moldes, de puntos. Una línea al derecho, la siguiente, al revés. Dos para arriba y dos para abajo. Y así. En la décima línea el tejido se pone raro. Como apiñado. Me detengo. Reviso línea por línea. Los puntos están técnicamente bien. El tema es la tensión. Unos demasiado apretados, otros demasiado flojos. No soy yo. Es ella. No puede conmigo.

martes, 20 de mayo de 2008

lunes, 19 de mayo de 2008

Reincidencia

Lunes 11 am.
SMS de número desconocido

-Hola!...y cómo te fue en NY? Tus cosas bien?
-Sorry, no sé quien sos.
-jaja ves cómo sos? Ni me agendaste. Pedro.
-...
-Ok. Pedro Olivero
-Hola. Me fue muy bien. Vos? Preparando el casorio?
-Preferiría estar preparando una salida con vos
-...

El sujeto en cuestión no se da por vencido. Insiste en engañar a su futura esposa conmigo. No entiende que no tengo onda con él, que me parece patético su modus operandi. Creo que se lo voy a reenviar a su novia. Ahora.

domingo, 18 de mayo de 2008

(Diez) cosas que me arruinan un domingo

1) Me levanto. Asomo la cabeza por la ventana y veo un sol radiante.
2) Llego al asado familiar. Veo una mesa de, pongamos, doce personas. Ellos también me ven venir. Sola. Saludo a todos con un hola. Alguien dice: ¿viniste sola?
3) Al lado mío se me sienta una amiga de mamá que acaba de ser abuela diciendo, repitiendo, que su nieto es el más lindo del mundo, que tiene una semana pero los reflejos de uno de tres meses. La señora habla y habla, y yo quiero llorar porque me acuerdo de Rosa, que este año, este mes, cumpliría dos años.
4) La comida tarda en venir
5) La comida viene
6) La comida viene fría
7) Durante el viaje de vuelta, una vieja que venía hablando por teléfono me encierra con el auto y me choca mi camioneta 0 km. Me rompe una óptica, algo que me genera más calentura que si me hubiese hecho volcar.
8) Llego a casa. Me pongo a corregir trabajos prácticos de mis alumnos. Se me ocurre hacer mate para amenizar el momento. Me sale de maravillas. Eso sí: la segunda cebada se la lleva un tal Amodeo y una chica de apellido Camacho. Tendrán nota y manchón de mate.
9) Maldición, es 18.
10) Mañana es lunes.

sábado, 17 de mayo de 2008

Voy esperando el impacto

Es resignación
O es la lucidez
Antes del final
Suelo bucear
En un mar hirviendo
De cara a la libertad
Hoy viajo solo y sin volver
Será que el resto es languidecer
Me gusta estar cayendo
Voy esperando el impacto

viernes, 16 de mayo de 2008

Quiero

Escribir la historia de una adolescente que pierde un hijo, se le muere un amigo, se lleva mal con la madre, tiene edipo con el padre, no se identifica con su hermana mayor. Pero esto sería el lugar común del lugar común. Quiero contar todo lo que me hubiese gustado ser y no soy. Pero no puedo.

Perdón, Poldy

Ayer, mientras buscaba una carta de un amigo que ya no vive, encontré las últimas cartas de amor que recibí. De puño y letra. No me acordaba de que alguna vez, para alguien, fui Pollito, Mo, Booh, Peky. Las firmas también me sorprendieron: tu poeta enamorado, tu príncipe, tu amor, tu fan número uno. Se me ocurrió pensar en todas las que escribí yo. Mis cartas eran intensas, largas, cursi. Además, la mayoría, estaban semi plagiadas. Es que cuando era adolescente se me daba por leer a Poldy Bird y sus frases me venían bien para explicarme. “No te voy a decir que es la primera vez que me enamoro, porque no es verdad. Pero sí es la primera vez que me enamoran. Que no elegí, que no ejercí el control desde el principio. Que sucedió sin que me diera cuenta. Que cuando supe, ya lo habías resuelto”. Ahora que lo pienso, deben haber sido muy malas porque siempre me halagaban sus partes. Me arriesgaría a decir quien las conserva y quien no. Quien, de vez en cuando, como yo, las relee. La más reciente, la que más ternura me causó, está escrita en una hoja canson blanca, con marcador de varios colores. Tiene dibujos de casitas y en el dorso, la letra de una canción dedicada a mí. En los cuatro márgenes dice te amo. Tiene fecha de octubre de 2006. Creo que esa fue la última vez que me lo dijeron.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Tuve que hacerlo

Para salvar el día, para no sentirme tan mal, tan ocupada en hacer cosas que le importan a nadie. Salí de la oficina, pasé por el Banelco, me tomé un taxi de Palermo a Recoleta. Entré en una bombonería y elegí doce: con frutos rojos, dulce de leche, café, rosas y praliné. De chocolate amargo y con leche. Algunas trufas. Una barra con almendras. Me tomé otro taxi hasta el microcentro. Llegué a su oficina. Me anuncié. Sólo con el nombre de pila. Le dí un beso, la caja, y me fui. Ahora estoy más tranquila: mi día tuvo algún sentido.

Weather Issue

Estoy harta de esta falsa primavera, de este falso optimismo. Que llueva, nieve y truene. Hoy. No soporto otro día de sol.

martes, 13 de mayo de 2008

Ficha

Me escribe desde Londres. Dice que sueña conmigo. Que le parece verme por la calle. Que la última vez que vino a Buenos Aires pasó varias veces por la puerta de mi departamento para ver si me veía salir. Soledad, dudas, arrepentimientos. Cosas como ésas, también dice. Lo que no dice es por qué se fue, así, sin despedirse, con una mujer a la que ya no quiere. Su mujer. Tampoco dice que me quiere a mí. Ni que soy algo suyo. Ahora entiendo todo.

lunes, 12 de mayo de 2008

Esa rubia debilidad II

Situación: hace dos meses que estoy separada. Aún tengo cosas para devolverle a mi ex. El también tiene mías, pero no se molesta. A saber:

1) Un teclado de pesos mil que debitó de nuestra caja de ahorros (destinada a gastos comunes como luz, teléfono y demases) sin aviso.
2) Libros y cd’s varios
3) Un árbol de navidad.

Cuestión que después de tener en el auto durante varias semanas una bolsa con sus pertenencias, un domingo a medianoche, se me ocurre pasar por la que hasta dos meses era mi casa para dejarle la bolsa al encargado. No es que no quiero ver a mi ex: no me parece el escenario más feliz. Bastante dolorosa resultó la mudanza, las fotos arrancadas del corcho, el back up de la computadora, la división de ollas y DVD’s, la despedida del videoclub amigo, del chino, del florista de la esquina, de él. Decía, entonces, que venía manejando por José Hernandez, al 2100, al 2000, pensando en cómo nos queremos a pesar de habernos separado, en qué sanos somos, qué valientes por haber tomado esa decisión. En qué ruptura sana, sin sombras de terceros ni reproches. En que la ropa que le estoy llevando le va a venir bien porque no se compra desde que lo conocí, hace cuatro años. Al 1900, freno. En el garage de al lado del edificio. No hago a tiempo a estacionar. Sólo me detengo. Ahí es cuando lo veo a él, a mi ex, saliendo de la que hasta dos meses era nuestra casa, con una persona del sexo femenino y de cabello rubio. Muy rubio. Artificial. Ella, la rubia artificial, se sube al auto de mi ex, que está estacionado en la puerta. Yo doy marcha atrás, estaciono en doble fila, al lado de su auto. Veo la cara de susto de ella, la rubia casi albina, que mira para adelante. El se acerca a mi ventanilla. Le digo:
-¿Se te destiñó el gusto?
-Es una amiga
-¿Una amiga? No me jodas.
-Es una amiga
-Una amiga que en los últimos tres años de noviazgo nunca vino a un cumpleaños tuyo.
-Pensá lo que quieras
-Sos un hijo de puta
Le doy la bolsa. Me dice gracias.
-¿Podrías habérmelo contado, no?
-No tengo nada que contarte
-¿Ah no? me vas a decir que te crea que es una amiga que viene a tu casa a charlar, un domingo a las 12 de la noche? Por favor.
-Yo no tengo que darte explicaciones. Pero te estoy diciendo la verdad.
-No te creo nada. Y no, no tenes que darme explicaciones. Pero podrías habérmelo contado para evitar un momento así.
-…
-No te quiero ver nunca más en la vida, ¿me escuchaste? Para mí estás muerto. Metete la ropa en el culo. En el tuyo y en el de la rubia artificial.

Me voy. Llego a mi casa temblando y llorando. El deja un mensaje en mi celular diciendo, repitiendo, que no pasaba nada con esa mina (así la nombró él), que no me haga problema por algo que no existe, que me quiere mucho, que bla, bla, bla. Al otro día me manda un mail con ánimos de tranquilizarme. Le respondo. Le pido perdón por mi reacción de anoche. Me hago la superada. Me contesta: tu reacción de ayer no merece perdón, porque no hiciste nada malo. Perdón por no dejarte dormir. Pero no pasa nada con esta mina, eso te lo aseguro. Estoy con la cabeza en mi disco y nada más. Me necesito más que nunca a mi mismo. Que egoísta ¿no?
Me pongo en tu lugar y no puedo creer que siga haciéndote mal. Es lo que menos quiero en el mundo. Alguna vez me dijeron que uno conoce a su novia cuando corta. Y sólo tengo elogios para con vos en ese sentido. No te hagas problema en donde no los hay. Siempre en mi corazón. S.

No le respondo. No hablamos más. No nos encontramos más. Hasta hace un mes. En un boliche.
-Hola S. ¡Tanto tiempo!
-Perla
-Qué lindos rulos. Qué lindo estás.
-Qué pelo corto
-Sigue todo igual. ¿Estás solo?
-No, con mis amigos.
Empiezan a acercarse sus amigos, me preguntan cómo estoy, me dicen que estoy linda, que me extrañan. S me presenta a cada uno de sus conocidos que pasan cerca de nosotros. ¿Te acordás de Perla? Saludala.
-¿Decime, qué pasó con la rubia?
-¿Qué rubia?
-Esa con la que te encontré aquella noche.
-Ahhh. Nada. Es la ex novia de un amigo. No pasó nada entre nosotros. Sabes cómo soy con esos temas.
-Más papista que el papa.
-Exacto.
-Menos mal. No hacían linda pareja. Quedas más lindo al lado de una morocha.
-(Risas) Cómo te pusiste, eh. Al pedo. Además, me vas a decir que no habías estado con nadie durante esos meses.
-¿Sabes que no?

Para qué entrar en detalles y contarle sobre el casado I y el casado II a la semana de habernos separado. Para qué.

viernes, 9 de mayo de 2008

Esa rubia debilidad

-Gordo, ¿vos usas peluca rubia?
-No, ¿por?
-Porque hay pelos rubios en los azulejos de tu bañadera.
-¿Me estás jodiendo?
-No
-No puede ser. Acá no se baño nadie. Y menos, rubio.
-Sí puede ser. ¿Querés que te los muestre?
- A ver
(Voy al baño de su casa, donde vive solo, me meto en la bañadera, despego como un sticker, el pelo del azulejo. Se lo muestro)
-¿Ves? Rubio, largo y ondulado.
-Debe ser de la señora que limpia
-Es colorada
-Bueno, puede ser de mi hermano, que es rubio.
-Tiene el pelo corto y hace meses que no viene.
-No sé…quizás se quedó pegado en el shampoo cuando lo traje del supermercado
-Cuando lo compraste?
-La semana pasada
-…
-Me conoces, no me gustan las rubias. Nunca estuve con una.
-Hay pelos rubios en los azulejos de tu bañera.
-Hay uno. Pero no sé de quien es. Puede ser de la antigua dueña del departamento
-Hace un año que te mudaste. Y la chica que limpia viene todas las semanas.
-Pero limpia para el culo.
-Vos limpias para el culo. Al menos las evidencias. Tenes que tener más cuidado, gordo: a las mujeres se nos cae el pelo. Quedan pegados en la almohada y en la bañadera.
-No podes no creerme.
-Hay pelos rubios en los azulejos de tu bañera
-Si hubiera estado con una mina, te lo diría. Pero no estuve con nadie.
-No me lo dirías
-Sí
-No
-Pero vos tenes que creer en mí. No podes ser tan perseguida.
-No soy perseguida. Creo en lo que veo.
-Lo que ves no es lo que vos pensás
-¿No?
-No
-Si estuvieras en mi lugar, ¿me creerías?
-No sé, suena inverosímil, pero te juro que te estoy diciendo la verdad. ¿Alguna vez te conté la anécdota del sachet de leche con rouge?
-No
-Mi mejor amiga encontró en la casa de su novio un sachet de leche con rouge en el pico. No saben quien dejó la marca ni si, efectivamente, era de rouge. El jura que no fue nadie a su casa. Llegaron a elaborar las teorías más disparatadas y no llegaron a ninguna conclusión coherente. Ella le terminó creyendo.
-¿Entonces?
-Creeme.
-Bueno.

jueves, 8 de mayo de 2008

Nunca le conté a nadie de nuestro debut

Se llamaba Julia. La profesora de geografía de segundo grado nos sentó al lado el primer día de clase. Así la conocí. Era flaquita, tenía mucho pelo y muy grueso y hablaba tan rápido que tenía que repetir todo dos veces. Para peor, no pronunciaba la erre. En lugar de esperá, decía espeá. Yo era la única que le entendía. Y a ella le gustaba eso. También, ponerme a prueba: a veces, cuando tenía que decirme algo, aceleraba las palabras a su máxima velocidad. Yo nunca repreguntaba. Nos hicimos mejores amigas. Hasta que egresamos mantuvimos esos lugares.

Salíamos del cole, almorzábamos en la casa de alguna y pasábamos la tarde, juntas. Caminábamos abrazadas, escuchábamos música, nos probábamos la ropa de nuestras hermanas mayores, imitábamos los musicales de Xuxa. En sexto grado empezamos a ir a algunos bailes. Llegábamos juntas, con la misma ropa. Los regalos tenían, siempre, una tarjeta firmada por las dos. La noche de nuestro primer beso es la que más recuerdo. Fue en el garage de una compañera que cumplía años. A mí me gustaba Hugo y a ella Emiliano. Nos paramos en fila, una al lado de la otra y los chicos hicieron lo mismo, enfrentándonos. Apagamos la luz. Contamos cinco pasos y nos encontramos en el medio con ellos. Nos besamos. Una sola vez. Un beso. Después del cumpleaños, Julia se quedó a dormir en casa. Era inevitable no hablar de lo que había sucedido. A las dos nos gustó la sensación de apoyar un labio sobre otro. No sé si tanto Emiliano y Hugo. Un labio sobre otro. Creo que nos dormimos muy cerca esa noche.

Primavera. Era nuestra estación preferida. Generalmente celebrábamos su llegada en el country de Julia, en Luján, donde pasábamos la mayoría de los fines de semana. Todo el día arriba de la bicicleta, desafiando calles de tierra, comiendo golosinas, juntas. Cortábamos flores blancas de algún jardín ajeno, hacíamos un ramillete y nos lo poníamos en el pelo. A Julia le duraba todo el día. Tenía mucho pelo y muy grueso. A mí no. En ese momento la veía mucho más linda que yo.

No sabía que existía el juego del submarino hasta que lo inventé. No podría decir que era infantil. Sí, excitante. Julia se acostaba y yo encima suyo, y nos tapábamos hasta la cabeza con un edredón rosa con ribetes de raso. Teníamos doce. Yo me movía y decía que estábamos en un submarino que naufragaba en el océano. Ella acompañaba mis movimientos y me rozaba con sus rodillas. Nunca le conté a nadie de nuestro debut. Sospecho que ella tampoco.

Appetite for destruction

No tengo apetito. No es que no sé qué comer, o qué escuchar, o qué leer. Ni milanesa, ni Radiohead, ni Castillo. Nada me excita. No tengo antojos. Es horrible.

martes, 6 de mayo de 2008

Una noche con...

Leo como tejo: de vez en cuando, lo que se me antoja, desprolijamente, de manera inconstante. Suelo empezar de atrás para adelante. Leo unas líneas, enhebro algunas palabras, me aburro, y a otra cosa. Pierdo el señalador. Las marcas. No por eso diría que no me gusta leer. Aunque, si de asumir gustos se trata, debería decir que lo que más me atrae es la periferia: tocar los libros, olerlos, ir a lecturas, recorrer librerías, asistir a talleres literarios y presentarme con diferentes seudónimos. Y ya que estamos en tren de confesiones, aprovecho para compartir un deseo: salir con un escritor. Seducirlo. Ser su musa. La inspiración de un personaje que tenga mi sonrisa. Mis gestos. Vivir en su realidad y en su ficción. Es hora de asumirlo: soy una groupie literaria encubierta. O reprimida, da igual. Es que en el fondo conservo alguna dosis de timidez. Y de orgullo. Sobre todo, de orgullo. El mecanismo a emplear sería el siguiente: identificar a la víctima, leer sus textos, ir a alguna presentación, esperarlo a la salida, acercarme, acercarme mucho, y decirle que no tengo nada planeado para esa noche (ahora que lo escribo me doy cuenta de que no difiere en nada de un levante convencional) Entonces, es un plan que no derrocha originalidad pero que resulta efectivo. Y lo digo ahora, después de haberlo comprobado empíricamente. Ayer. Funciona. Basta con cumplirlo al pie de la letra: busqué al escritor más apuesto y lo encontré. En la Feria del Libro. Entre el chaqueño Palavecino, Villoro, Maitena y Wolfe. Me acomodé en la primera fila de la sala donde presentaba su libro. Éramos diez. El leía en un tono monocorde y en voz muy baja. La A y la O le salían como sostenidas si se encontraban en la última sílaba. Cada vez que levantaba la vista yo lo miraba fijo y descruzaba las piernas. Cuando terminó, me acerqué al frente, me presenté y le dije que lo felicitaba, que era su mejor cuento, y que no tenía planes para la noche. Hoy tengo la misma ropa que ayer y me acuerdo de él cada vez que muevo los brazos y siento que sube como un ardor y sale por mi escote el olor a su desodorante.

lunes, 5 de mayo de 2008

Check, please.

Sos linda, estudiaste una carrera, pongamos marketing, te recibiste, dejaste de trabajar en una sedería para ganar experiencia en lo tuyo: de pasante no rentada a asistente, de asistente a jefa, de jefa a directora. No sos feliz pero ganas dos, tres, ocho veces más. Cambiaste el mono ambiente por un semi piso con terraza al frente, en plena avenida libertador. Te curtís a todos los pibes que queres porque sos linda. No te alcanzan las temporadas para estrenar la ropa que te compras. Vas al cine. Al teatro. Salís a cenar a lugares exclusivos. Pedís entrada, plato principal y postre. Tomás vino. Cuando llega la cuenta, en lugar de dudar si sacar la billetera o no, te adelantas a él y, decidida, agarrás unos violetas. No sos de avisar cuando estás por acabar porque crees que no hace falta anunciarlo pero, en esta oportunidad, te contradecís y lo haces. Antes de que vuelva el mozo, apoyas los billetes sobre la mesa y decís: yo invito. Y ahí te sentís con pito. Hasta eyaculas. Y pensás: yo también puedo hacerlo, mientras el rostro del que tenes en frente se desdibuja, y sus pestañas se arquean y se alargan, su pelo se va volviendo más suave y sus labios más rojos, y descubrís en su lugar a una mujer bellísima y te dan ganas de besarla, y de invitarla, pero el mozo no viene, y vos queres pagar e irte, pero te detenes porque la ves a ella que saca su billetera, apoya unos violetas sobre la mesa y dice “yo invito”.

viernes, 2 de mayo de 2008

You are dismissed

Voy a un casamiento. Acompañada. Me sientan en una mesa de hombres. Son cinco. Hombres que conozco desde que tengo seis años pero que veo una vez por año. Hay uno que tiene tonada. Creo que es de Paraná. Los otros son porteños. Se les nota por la ese. Hablamos entre mi compañero y yo. Ellos, los cinco hombres, no interactúan con nosotros. Nos miran. A mí bien y a él, mal. Me levanto. Voy a la pista porque hay un tema de Gilda que me gusta. Arrastro a mi compañero. Bailo con él mientras los de la mesa nos siguen mirando. Sobre todo a mí. Diría que a mis piernas que, como es verano, están desnudas. Sigo moviéndome. Me pongo melosa cuando bailo: pellizco, apoyo, arrincono. Antes de que termine la segunda canción ya me quiero ir al baño. Acompañada, claro. Pero vuelvo a la mesa porque llegó la hora del brindis. Chin chin entre todos. Post champagne la cosa se pone fea. Ya no sólo nos miran sino que nos deliran, en voz baja, pero lo suficientemente alta para que yo los escuche. Les pongo cara de "los escuché". Me voy de la fiesta. Me alegra pensar que el baño más cercano es el de su casa y que está a dos cuadras. Apuro el paso. Doscientos metros. Llegamos. Al otro día recibo un mensaje del único hombre de la mesa que tiene novia: si te dejan, nos vemos. Respondo: no way. Insiste: ¿por qué? ¿Ya te contaron de mi prontuario? Esta vez no respondo. Tampoco escribe más. Pero me llama. Atiendo porque el número era desconocido. Dice cosas como "hace ocho años que estoy de novio, pero ella es muy conservadora y no me acepta como soy. En este último año me saqué las ganas de hacer un montón de cosas porque intuyo que no me queda mucho tiempo". Anoche me contó mi mamá que este sujeto se casa en un mes y que no sabe por qué no estoy invitada.

No devolutible

C es varón y vive solo
C tiene novia
Después de tres años, C se separa y conoce a Z
Z es mujer y vive sola
C y Z, curten: uno, dos, tres meses.
C le regala a Z un cepillo de dientes “para que te quedes a dormir cuando quieras”. Colorido, con animales. Parece para chicos.
Z sonríe. Se entusiasma.
C y Z duermen juntos, en la casa de C, algunas noches. Una, dos, tres.
Una mañana, C llama a Z y le cuenta que se amigó con su ex novia.
C no da explicaciones. No pide disculpas por los daños ocasionados.
Z dice que lo entiende. Cuelga. Llora.
A la semana, C se encuentra en la calle con Z.
Charlan.
Z le pregunta a C cómo está. C responde: mejor que nunca.
Silencio.
Z dice: me olvidé algunas cosas en tu casa. Una campera negra y el cepillo de dientes.
La campera se la doy a D (amigo en común), dice C, pero el cepillo te lo debo. Lo están usando.