miércoles, 18 de junio de 2008

Un adagio para Ester

Se llamaba Ester pero le decían chochota. Nunca supe muy bien por qué. Alguna vez escuché que cuando era joven tenía los ojos rasgados y el pelo negro y largo, con trenzas, y que por eso le decían la china. Supongo que con el tiempo se fue degenerando –china, chinita, chinota- hasta convertirse en lo que quedó. Era la más callada de mis tres tías abuelas. También, la más subversiva. Su apellido era Bartolomeo pero debería haber sido Contreras: discutía hasta la composición del blanco. Era mentirosa y hábil como buena geminiana. Ni ella era mi tía favorita ni yo su sobrina pero aprendimos bastante una de la otra: yo, a hacer trenzas en la cola de un pequeño pony, y ella, los pasos básicos de la danza clásica. Tenía devoción por mi primo, el único varón de la familia. Se le notaba mucho. Cada vez que nos invitaba a comer a los tres sobrinos-nietos, hacía su plato favorito: milanesa a la napolitana con jamón. Lo hacía aún sabiendo que a mí no me gustaba. Yo protestaba pero nunca conseguía cambiar el menú. Al principio creía que su antipatía conmigo era una manera de reivindicar su protagonismo (ese que perdió el día en que nací yo, el mismo día en que ella festejaba sus sesenta años), pero después me di cuenta de que en realidad mi primo le caía mejor porque siempre le decía piropos. Y a ella le gustaba eso porque era muy coqueta y muy solterona. Una vez me escuchó decirle a mi mamá que yo no quería quedarme sola como la tía chochota y, desde ese entonces, todo empeoró. Dejó de invitarme a comer a su casa y no quiso más compartir la torta conmigo. Nos amigamos unos años antes de que falleciera. Creo que fue aquella vez que la visité en el geriátrico donde ella vivía. Ese día inflé globos, escribí un mensaje de feliz cumpleaños en la pizarra del living y le dediqué un adagio. Los abuelos estaban emocionadísimos. Ella aplaudía pero no decía mucho. Cuando terminé, dije que yo sabía que ella podía hacer lo mismo. Llorando, lo dije.

5 comentarios:

Siesta escandalosa dijo...

Serías muy boba si no seguís escribiendo así de lindo, Clau. Adoré a Chochona. Podríamos ir a visitarla un domingo de estos, no? Y la llevamos a brunch. Dale.

Siesta escandalosa dijo...

Uy. Ahora me di cuenta de que capaz que se murió. Mejor, nada de visitas ni de brunch. Una lástima, porque estoy de lo más empática con las tías viejas.
(Se dice empática? Para mí que lo inventé, Clau. Pero estoy harta de rae.es)

Soy peregrinaperla dijo...

No estás muy atenta, Clau. Chochota (no Chochona) is in heaven. Espero pasear por ahí dentro un tiempo.

Siesta escandalosa dijo...

Tenés razón, Clau. Cuando me entusiasmo no reparo en algunos detalles. Es que ando con ganas de que una viejita me cuente cosas.
Igual, para mí siempre va a ser Chochona: el mejor degradé de China.

Soy peregrinaperla dijo...

Te quiero, Clau. A chochona, también. Es un buen día para decirlo.