viernes, 11 de julio de 2008

Al fin sucede

La primera vez que fui a una vidente (a Alicia no le gusta que le digan bruja, dice que es despectivo y que las brujas son malas y ella no) fue antes de separarme de mi ex novio (no el que se está por casar, el anterior). Me recibió en su casa, un coqueto departamento de Belgrano. No había bola de cristal, ni cortinas con estrellas y soles, ni tampoco sahumerios. Sí, fotos de su marido y su hijo de unos trece años y mucho olor a pis de gato. Nos sentamos en una mesa ratona. Una en frente de la otra. Dijo que era maestra de primaria y que en los ratos libres se dedicaba a eso. Lo de ella era la numerología. Hasta ese momento desconocía la diferencia entre eso y la astrología. Para mí era todo una mentira. Un invento. Pero ahí estaba yo, en la casa de una maestra devenida en bruja (perdón, en vidente), dispuesta a ser estafada espiritualmente y a perder cincuenta pesos, con tal de poner a prueba mi destino. No dejó que me presentara. Sólo me preguntó el nombre. Yo hice una sola aclaración:

-Por favor, si en las cartas ves que algún familiar se va a morir, no me lo digas.

Asintió con la cabeza. Tomó un mazo de cartas, lo mezcló, y me pidió que lo cortara en tres partes. Eso hice. Después, reunió las cartas en un único pilón y me hizo sacar cinco, con la mano izquierda. Las acomodó en forma de cruz, en el centro de la mesa. No pregunté por qué, pero ella me lo explicó: el norte significa el futuro; el sur, el pasado; el oeste, lo positivo; y el este, lo negativo. El centro es el presente. Y empezó:

-A ver. Perla. Primero te vamos a ver a vos. Según el tarot marsellés, que son las cartas que estamos interpretando, sos Le Bateleur. El mago. Linda figura, linda carta. Como verás, se encuentra de pie ante una mesa de tres patas que simbolizan los tres reinos de la naturaleza: el animal, el vegetal y el mineral. Pero ojo. La mesa tiene, en realidad, cuatro patas. Hay una que no se ve pero que existe y que representa el cuarto reino. El espiritual.

Hasta ahí, el relato sonaba a columna de revista Mía. Alicia estaba concentrada, hablaba con seguridad, con convencimiento. Mirándome a los ojos. Siguió:
-Sobre la mesa aparecen varios instrumentos que tienen diferentes significados: espadas (osadía), copas (intuición) y oros (éxito). El mago sugiere inteligencia, habilidad, eficiencia, agilidad, creatividad y originalidad, pues se requiere de todo ello para manipular los objetos que se encuentran sobre la mesa.
-Divino el mago, muy linda figura, muy bien dotada, pero ¿qué tiene que ver conmigo, Alicia?
-Ahí vamos. Tiene todo que ver con vos, Perla. Sé paciente.
Después de unos minutos de silencio, habló y dijo algo sobre mi supuesta habilidad para las comunicaciones, me preguntó si era oradora, le dije que de alguna manera sí. Deshizo la cruz, mezcló las cartas y me pidió que cortara en tres. Ahora decime sobre qué queres hablar. Qué queres saber. Me daba miedo empezar por las cuestiones sentimentales, así que le pregunté por mi familia. Mano izquierda, cinco cartas. Cruz.
-Tu mamá está enferma, ¿no? Tuvo un infarto. Tu papá es la persona que la sostiene y sostiene a la familia. En enero del año que viene va a recaer pero, a ver, sacá una carta más. Tranquila: se va a recuperar. ¿Qué más?
-Mi trabajo.
Mismo procedimiento. Nueva cruz.
-Mmmm. No estás cómoda ahí. Hay un hombre que es una amenaza. Siente atracción por vos y como vos lo rechazas se va a tomar revancha. Cuidado. En agosto renuncias.
-El único hombre que hay está de mi lado. Qué raro.
-En agosto, renuncias. ¿Qué falta?
-El amor.
-Ay, el amor, el amor, dijo, y levantó mucho las cejas, como lamentándose. Su cara me sugestionó un poco pero lo que más me asustó fue darme cuenta de que tenía maquillados los ojos con sombra violeta. Un color que sólo podría usar una bruja. Una bruja mala.
Antes de que me lo pidiera, seleccioné cinco cartas con la mano izquierda. Ella hizo lo suyo y las acomodó en cruz.
-Ah, pero estás en pareja. Y hace algunos años. Conviven, ¿verdad?
-Correcto, correcto, correcto.
Tres de tres, pensé.
-Y en el pasado fueron muy felices. Me sale el mundo: plenitud, armonía, unión.
Cero de uno. No sé si fuimos tan plenos ni tan felices. No digo nada.
-Pero esperá: acá, en el presente, hay algo. El está raro.
-¿Raro?
-Sí, raro con respecto a la relación. Con respecto a vos.
-…
-En el presente me sale el colgado. Esta carta implica un paréntesis en nuestra vida, un momento de transición en el que hacemos una pausa para dejar las cosas fluctúen a su manera y que el destino decida por nosotros. Es un tiempo de reposo donde predomina la reflexión sobre qué hacemos, por qué lo hacemos y cómo lo hacemos. ¿Entendes?
-Un tiempo de resignación. Algo así, ¿no?
-No diría eso. Es una pausa. Puede ser que él empiece a ver las cosas desde otra perspectiva o que sus prioridades cambien de manera radical.
-O sea que va a hacer la plancha y va a dejar que todo fluya.
-Exacto.
-¿Y en el norte qué ves? ¿Qué va a pasar en el futuro con nosotros?
Alicia hizo silencio. Me pidió una nueva carta. La muerte.
-Se van a separar, Perla. Lo lamento.
Y acá, para confirmar mi escepticismo, para que el relato sea redondito, es cuando debería decir que nada esto sucedió, que Alicia era una bruja mala y que inventó todo. Pero no. Mamá tuvo un infarto en enero y salió adelante, renuncié a mi trabajo en Agosto porque el único hombre de la oficina me obligó a hacerlo y me separé de mi ex, que todavía debe seguir colgado.

Pero eso no es todo.

Alicia pasó de ser una bruja mala a una vidente muy respetada por mí. Incluso les recomendé a algunas amigas que la visitaran. Que le pegaba a todo.

Un año después de aquella visita (ya en el nuevo laburo, ya separada, con mi madre ya recuperada) regresé a lo de Alicia. Esta vez, sin tantos interrogantes, sin tanto que perder.

Hola Alicia, Hola Perla. Cuando la vi, supe que sabía que sus predicciones se habían cumplido. Había olor a pis de gato pero ya no me molestaba tanto. Nos sentamos en la misma mesa. Sin explicación previa, mezcló e inauguro la primera cruz.

-¿Empezamos por el amor, no?, dijo.
-Para qué perder tiempo. Adelante.
Norte, sur, este, oeste, centro.
-Estás con una persona comprometida, Perla. Un casado. La mujer está con él por su status. El está muerto con vos, me salen soles. Hay amor acá, eh. En el presente está colgado. El colgado significa que…

Interrumpo y digo: ya sé lo que significa el colgado. Me salió la otra vez, ¿te acordas?

-Nunca recuerdo las cartas, Perla. Cada vez que alguien se va, yo reseteo mi mente. Es la única manera de purificarla.

Alicia es hábil y sabe cuando cambiar de tema. Por sugerencia suya, entonces, seguimos por salud y dinero. Pero todo lo que dijo después del amor, después del colgado, me lo olvidé. No me interesaba saber cuánto iba a ganar, en qué me iba a destacar laboralmente o en qué mes cuidarme de la alergia. En el amor, en el presente, la persona con la que lo compartía, estaba colgada. Lo que se olvidó de decirme esa vez es que el casado, colgado o no, se quedaría con su mujer que sólo lo quiere por el auto y la casa. Alicia, la vidente cuestionada.

Pasaron otros seis meses hasta que la volví a ver. Sin novio, sin amante casado, pero con un nuevo festejante de carácter provisorio. Fue casi un monólogo de Alicia:

-El pibe tiene todos los reyes. Es inteligente y muy admirado. El lo sabe. Le va a ir muy bien. Con respecto a vos, no me sale que hay amor. Sí, deseo y admiración. Hay mucha piel entre ustedes.
Como punto negativo le sale la luna. La luna es una carta con dos mujeres. El está en el centro mirando a dos mujeres. Pero en el futuro, a ver, dejame ver. Saca una más.

Y ahí cometí el acto más estúpido de mi vida.

Alicia apoyó la carta en la mesa y todo terminó.

5 comentarios:

yo dijo...

es preferible la quiniela al tarot.

Siesta escandalosa dijo...

La videncia no compensa la falta de olfato, Clau. Una bruja con olor a pis de gato viene muy mal aspectada.
Muy bien el suspenso final!

Unknown dijo...

El problema de ver el futuro es que después te ahorrás el trámite de llegar hasta él.

Es como copiarse en un examen, después no terminamos aprendiendo nada.

Anónimo dijo...

ojota que la rana sabe de estas cosas otra clau.
besos, lady

Soy peregrinaperla dijo...

El problema es que yo veo el futuro, veo el agujero negro y no puedo evitar caer en él. Masoquismo creo que se llama.