No fue bueno nuestro sexo ¿sabés? pero igual quiero acostarme con vos. A decir verdad, tampoco fueron tan buenas nuestras charlas, ni tan divertidas, ni tan profundas, pero igual quiero que me hables. Me molesta un poco que me llames tantas veces pero igual quiero ver tu nombre en el visor de mi celular antes de dormir. No podría negar que algunas veces me aburren tus idas y venidas, tus inseguridades, tu complejo de segundón. Pero igual, aunque vayas y vengas, quiero que me busques. También, que me ignores. Quiero verte en la barra de cada boliche al que vaya para recordarte que no soy tuya, que vos sí sos mío, y que el trago que estás comprando es para mí. Así, sin gracia, sin nada para aportarme, sin más futuro que este presente turbio y compartido, te quiero. Jugador de torneo intercountry que le pide a la madre que le lave las camisetas de los compañeros un sábado por mes: te quiero. Arisco, imperturbable. Igual te quiero. Y sí: es cierto que con vos todo se termina donde termina el sommier pero no te sorprendas si te digo que cuando no te veo mi día carece de todo sentido.
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2 comentarios:
la eterna complejidad de la necesidad sin necesitar.
Muy lindo tu escrito saludos desde venezuela...
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