lunes, 16 de marzo de 2009

Chau

Esta no iba a ser una carta de despedida. Antes de comenzar a escribirla pensé mucho qué decir, probé varios tonos, ensayé frases más o menos correctas. De derecha. Amables. Un poco para evitar que me tildes de impulsiva y otro poco porque, en realidad, cuando empecé a escribir esta carta, cuando todavía no era de despedida, no sabía que lo que quería era, justamente, despedirme de vos. Ahora que lo sé, me veo en la obligación de argumentar, de decir por qué quiero dejarte. Por qué quiero alejarme, si es que puedo alejarme aún más. Estoy incómoda. No me siento bien en este lugar de defensora de mí misma. A decir verdad, no tengo muchos motivos. O sí, y lo que sucede es que tengo mala memoria. Se me ocurre hablar sobre lo importante que es, para mí, coincidir, estar en la misma sintonía, vivir en simultáneo: querer de la misma manera al mismo tiempo. Me corrijo y digo que cada uno tiene su forma de querer. Entonces: de querer al mismo tiempo. Olvidémonos de la manera. Vos a tu manera y yo a la mía. Yo, así: sofocante, ansiosa, tajante, con dolor en el pecho, con ganas y plazos. Vos, asá: de menor a mayor, de más lento a menos lento, de nada a un poco y hasta ahí. Nunca mucho. Con verbos en condicional y puntos suspensivos. Sigo incómoda. Ahora se me ocurre agradecer, porque si bien quiero decirte adiós, corresponde que agradezca lo bueno que me diste. Aunque debería decir, lo bueno que supe sacar de vos, que no es lo mismo. Vamos, vos sabes. Me las hiciste todas y yo seguí a tu lado. No sólo me fuiste infiel alevosa, descarada e impunemente sino que no lo ocultaste, hiciste todo lo posible por hacerlo evidente. Y ni siquiera pediste perdón. Teorizaste acerca de tu concepción sobre la libertad y dijiste cosas como “no es en contra tuyo, es no querer decir que no por compromiso”. Claro, es querer todo el abecedario. Es la no voluntad de elegir una letra. Quise decir eso que escribí: no es incapacidad, es no tener voluntad. Y después, para rematarla, para no quedarte con culpa, otra oportunidad. Un bis de una canción con estribillos tristes. Me probaste, una vez más, te probé, por última vez, yo. Y ahí tu conclusión menos comprometida y más cobarde: no estoy a la altura de esta relación. Muchas veces intenté convencerte de que eso no era así. Que, a pesar de todo, vos también me aportabas mucho. Hoy ya no pienso lo mismo.

3 comentarios:

Tita dijo...

Los verbos en condicional dilatan las pupilas...

EmmaPeel dijo...

Un embole vivir siempre con el airbag a mano (eso antes no pasaba, agarrabas la curva a 120 como venía y listo, para el resto existe ER)

EmmaPeel dijo...

Toy grande Perlonga, de ahí el eso antes no pasaba