Viene de acá
La invitación, sin bolso a la vista, sonó mucho más espontánea. Comimos bien, curtimos bien, dormimos bien. Milagrosamente dormí bien, a pesar de haberlo hecho en el lado contrario al que solía dormir cuando tenía pareja. Pienso: verme tomar la pastillita rosa en el desayuno debe haber sido, para él, tan incómodo como es, para mí, ver a un pibe abrir (y ponerse) un forro. Son momentos donde es preferible no ser observado. No diría que ése, el desayuno, fue el momento más íntimo. Sí, el más forzado. Es que a mí no me gusta hablar a la mañana y él, en el intento de ser amable, no para de hablar. Habla, saca tema, pregunta, y se me acerca como si los dos ya nos hubiésemos lavado los dientes y estuviésemos listos para dialogar. Estoy segura de que si no me hablara estaría protestando y diciendo que no hace ningún esfuerzo por amenizar la situación. Así soy.
Acabo de salir del baño. Encontré: cera capilar, crema Hinds en envase familiar y un gel exfoliante. Todo, en la bañadera. A juzgar por estas cosas, diría que el pibe es coqueto y que le gusta cuidarse, algo que, dicho sea de paso, me causa más ternura que rechazo. Me imagino que es de los que a los pocos meses te regala un secador y lo guarda en su botiquín para evitarte andar cargándolo ida y vuelta. Pero hay otra cosa que encontré, de casualidad (y no en la bañadera) que hace que modifique sustancialmente esta impresión. Ahora estoy en su computadora, esperando que termine de cambiarse y baje a abrirme porque estoy llegando tarde al laburo. Tengo que irme y devolverle la compu. Él sigue hablando, entusiasmado, sin saber que no lo estoy escuchando. No puedo volver a entrar para reconfirmar lo que vi porque va a sospechar o va a creer que estoy descompuesta. Me voy pensando en lo que encontré, en lo que vi. Porque sé lo que era y puedo imaginarme para qué se usa. Y sé que no es conmigo.
Acabo de salir del baño. Encontré: cera capilar, crema Hinds en envase familiar y un gel exfoliante. Todo, en la bañadera. A juzgar por estas cosas, diría que el pibe es coqueto y que le gusta cuidarse, algo que, dicho sea de paso, me causa más ternura que rechazo. Me imagino que es de los que a los pocos meses te regala un secador y lo guarda en su botiquín para evitarte andar cargándolo ida y vuelta. Pero hay otra cosa que encontré, de casualidad (y no en la bañadera) que hace que modifique sustancialmente esta impresión. Ahora estoy en su computadora, esperando que termine de cambiarse y baje a abrirme porque estoy llegando tarde al laburo. Tengo que irme y devolverle la compu. Él sigue hablando, entusiasmado, sin saber que no lo estoy escuchando. No puedo volver a entrar para reconfirmar lo que vi porque va a sospechar o va a creer que estoy descompuesta. Me voy pensando en lo que encontré, en lo que vi. Porque sé lo que era y puedo imaginarme para qué se usa. Y sé que no es conmigo.
2 comentarios:
Ay, qué miedo... Espero ansiosa la continuación.
Omití marcas, Clau. Hind's me da tristeza.
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