No hay peor duelo que el de la muerte de algo que nunca existió, que el de las expectativas que (ahora sé) no se cumplirán; el de abandonar y abandonarme para ser otra. Sobrevivir a tu ausencia, enterrar lo que no tuvimos, lo que no fuimos. Dejar de esperar para volver a esperar. Confiar y sorprenderme. No ser tan generosa. Ser menos necia. Ser menos cornuda. Retirarse a tiempo. Una vez más.
lunes, 15 de junio de 2009
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2 comentarios:
No hay peor dolor que entender que al final y como sea, oler el zócalo de su piel es la peor forma de transformación. ¡Oh dignidad! Hay que saber retirarse, poner las penas en un bolso y salir a andar.
Perlita, no me hagas desayunar lunes 7.30 am leyendo esto...
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