sábado, 24 de mayo de 2008

Apostillas de un cumple animal

Mis dos mejores amigas se llaman Ana. Ana y Ana tienen menos de treinta años, aunque una está más cerca de la treintena que la otra. Ninguna supera el metro sesenta. A una es imposible seguirle el ritmo en la pista y a la otra es imposible seguírselo cuando habla. Las dos están solteras y quieren lo mismo: un chongo que las curta bien curtidas. Se quejan. Hablan de escasez, de imposibilidad para relacionarse, de muchos mensajes de texto y pocos llamados. Anoche comentaban entre ellas:

-Yo en cualquier momento le doy a mi profe de box. El tema es que tiene novia. Pero está buenísimo. Además no para de histeriquearme. ¿Vos qué decís que haga? Le doy igual, ¿no? Total, es él el que tiene que dar explicaciones.
-Y dale nomás. Yo desde que volví de Hungría y me separé que no la veo pasar ni de cerca. Es más: ni siquiera inauguré el departamento. El viernes pasado salí con un ex a tomar algo. Fuimos a Palermo, de ahí a una fiesta y después lo invité a casa. Cuando llegamos ya eran la cinco de la mañana, ya estábamos entonados, ya me lo quería curtir. Beso va beso viene, terminó quedándose dormido y, lo peor, a dormir en casa. A las ocho se levantó y me dijo chau como si no me debiera nada y se fue. Nadie me quiere dar.
-Nooooo, qué bajón! A mí también me pasó algo parecido. Pero yo lo terminé echando de mi casa. Se puso heavy la cosa. Me insistía para hacer algo que yo no quería. Me calenté y le dije que se vaya al carajo. Encima no encontraba las llaves. Por suerte nunca más lo vi.

Ahí es cuando me tocaba hablar a mí, despotricar, contar alguna historia bizarra para no desentonar. Ellas me miraban con cara de “A ver vos, que estás bien atendida, qué tenes para decir, cuál es tu queja”. La verdad es que tengo mucho para decir pero nada compatible con lo que ellas plantean. A mí no me gusta que me curtan. No me va el delivery. El touch & go. Las veces que me hicieron el favor terminé pidiendo disculpas. No soy la madre Teresa pero mentiría si dijera que alguna vez me fui del boliche con uno. Me baja la presión si duermo en colchón de plástico. Ni hablar de amanecer junto a un NN. La última vez que lo hice terminé escapándome (sin medias porque no las encontré) cuando el sujeto se quedó dormido. Le dejé una nota escrita con rouge que mentía: a las nueve pasan a buscarme mis amigas para ir a correr. Hablamos. Por eso me gusta esta abstinencia. Es como cuando tenes un casamiento y no almorzas para después atracarte. Comer sólo lo que te gusta. Comer lo que elegís. Comer cuando tenes ganas. Ahí sí me gusta empacharme. No diría que el objeto deseado se asemeja a un plato de camarones pero por ahí anda. Quiero con él, muchas veces, de muchas maneras. Sólo con él.

Dije: ahora me busco uno, amigas, y mañana les cuento.

5 comentarios:

Siesta escandalosa dijo...

Son etapas, Clau.
La sopa Quick saca del apuro pero no sé si rinde como dieta fija.

Unknown dijo...

¿Escases?

No somos productos de supermercado
Somos personas!
Tenemos sentimientos!

Carancho...

xD

Anónimo dijo...

Y graaaaaacias por venir.
Diría el tontono de gustavo.
L.

Anónimo dijo...

no te hagas la metafisica rana porque mira que te conosco, eh
besos, lady

Anónimo dijo...

y hola a la otra clau!!! yo solo leo el de la rana y este.
besos, lady