Para salvar el día, para no sentirme tan mal, tan ocupada en hacer cosas que le importan a nadie. Salí de la oficina, pasé por el Banelco, me tomé un taxi de Palermo a Recoleta. Entré en una bombonería y elegí doce: con frutos rojos, dulce de leche, café, rosas y praliné. De chocolate amargo y con leche. Algunas trufas. Una barra con almendras. Me tomé otro taxi hasta el microcentro. Llegué a su oficina. Me anuncié. Sólo con el nombre de pila. Le dí un beso, la caja, y me fui. Ahora estoy más tranquila: mi día tuvo algún sentido.
miércoles, 14 de mayo de 2008
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4 comentarios:
Haberme clavado 1/4 de Volta le dio una orientación Oeste al embole.
Ahora tengo ojeras de maracujá.
Una ternura.
L.
Pensé que te los ibas comer!
¡¡Jamás me hubiera podido imaginar semejante tragedia!!
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