Leo como tejo: de vez en cuando, lo que se me antoja, desprolijamente, de manera inconstante. Suelo empezar de atrás para adelante. Leo unas líneas, enhebro algunas palabras, me aburro, y a otra cosa. Pierdo el señalador. Las marcas. No por eso diría que no me gusta leer. Aunque, si de asumir gustos se trata, debería decir que lo que más me atrae es la periferia: tocar los libros, olerlos, ir a lecturas, recorrer librerías, asistir a talleres literarios y presentarme con diferentes seudónimos. Y ya que estamos en tren de confesiones, aprovecho para compartir un deseo: salir con un escritor. Seducirlo. Ser su musa. La inspiración de un personaje que tenga mi sonrisa. Mis gestos. Vivir en su realidad y en su ficción. Es hora de asumirlo: soy una groupie literaria encubierta. O reprimida, da igual. Es que en el fondo conservo alguna dosis de timidez. Y de orgullo. Sobre todo, de orgullo. El mecanismo a emplear sería el siguiente: identificar a la víctima, leer sus textos, ir a alguna presentación, esperarlo a la salida, acercarme, acercarme mucho, y decirle que no tengo nada planeado para esa noche (ahora que lo escribo me doy cuenta de que no difiere en nada de un levante convencional) Entonces, es un plan que no derrocha originalidad pero que resulta efectivo. Y lo digo ahora, después de haberlo comprobado empíricamente. Ayer. Funciona. Basta con cumplirlo al pie de la letra: busqué al escritor más apuesto y lo encontré. En la Feria del Libro. Entre el chaqueño Palavecino, Villoro, Maitena y Wolfe. Me acomodé en la primera fila de la sala donde presentaba su libro. Éramos diez. El leía en un tono monocorde y en voz muy baja. La A y la O le salían como sostenidas si se encontraban en la última sílaba. Cada vez que levantaba la vista yo lo miraba fijo y descruzaba las piernas. Cuando terminó, me acerqué al frente, me presenté y le dije que lo felicitaba, que era su mejor cuento, y que no tenía planes para la noche. Hoy tengo la misma ropa que ayer y me acuerdo de él cada vez que muevo los brazos y siento que sube como un ardor y sale por mi escote el olor a su desodorante.
martes, 6 de mayo de 2008
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10 comentarios:
A quien de los cuatro te levantastes jajaja al menos comentalo nos dejastes con la intriga asi no vale.-
Un gremio muy complicado, Clau.
ya se por quien lo decis rana. me vine saltando de tu blog porque ests vaga. este tambien es copado
la de antes era yo, lady
Lady, bienvenida a bordo! me alegra tener nuevos pasajeros.
Clau, del gremio diría que es muy competitivo. Mañoso también sería un buen calificativo.
Un gremio complejo, Clau.
Acá no soy nada vaga, Ladyta. Le comento a Clau every post.
Por el título diría que te agarraste a Mairal.
Si yo fuera mujer me agarraría a Mairal.
Si te agarraste a Mairal te felicito.
Igual te felicito.
Ay Lyon, diste en la tecla. Más que agarrarme a Mairal, haría con él la gran Misery, pero sin tanta violencia. Eso.
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